Debemos comprender cuáles son las consecuencias de la violencia en cualquier ámbito, no tan solo desde lo que ocurre dentro del aula. Los efectos nocivos de la violencia pueden observarse desde diversos planos: físico, emocional, cognitivo y social. Las investigaciones han mostrado que la violencia ejercida sobre niños y niñas tienen efectos en su desarrollo, específicamente los efectos a nivel emocional dan como resultado posibles alteraciones en el autocontrol, hiperactividad, baja autoestima, pensamientos depresivos y riesgo suicida; los efectos cognitivos pueden verse en un retraso en el desarrollo intelectual, mayores probabilidades de fracaso y deserción escolar; mientras que el efecto a nivel social da como resultado trastornos relacionales con figuras adultas, mayor probabilidad de consumir estupefacientes y propensión a la conducta delictiva (Morales y Costa, 2001). Se entiende entonces, que la mantención de ambientes violentos dentro de la escuela es caldo de cultivo para comportamientos desadaptativos y trastornos psicológicos en el futuro.

Según el primer estudio nacional sobre violencia en el ámbito escolar (MINEDUC, 2005), un 44.7% de los alumnos del país declara haber sido agredido alguna vez en su establecimiento educacional, mientras que un 31.5% de los docentes declara lo mismo. Más sorprendente aún son los índices reportados de agresión hacia otros, donde un 38.1% de los alumnos y un 11.5 % de los docentes declara haber agredido a otros en el establecimiento educacional. Por otro lado, los porcentajes referentes a agresiones en los distintos tipos de establecimiento, ya sean privados, particulares subvencionados o municipales, son prácticamente iguales. Entendemos entonces que las políticas sobre convivencia escolar, los proyectos educativos y sus objetivos no están a la par de la realidad en las escuelas del país, creemos que los índices ponen de manifiesto que existen claros problemas para poner en práctica los lineamientos aportados desde el ministerio. La violencia escolar es un fenómeno transversal a la condición socioeconómica y tipo de establecimiento educativo, problemática que no está siendo abordada de la forma más eficiente, teniendo en cuenta que ya desde comienzos del siglo XXI Chile se encuentra dando la discusión en lo que a convivencia escolar y clima de aula respecta. Tanto las políticas educativas como la gestión de la convivencia a nivel país ha tenido un impacto limitado en las escuelas, creemos que la implementación a través de la transversalidad educativa y las demás políticas educativas que deberían estar apuntando a la base de las problemáticas de violencia en las escuelas tan solo quedan en la superficialidad, rondando de forma tenue en los proyectos educativos de las comunidades escolares, enfocados principalmente en la obtención de resultados académicos tangibles y que otorguen beneficios al corto plazo. La convivencia escolar, y las investigaciones realizadas sobre clima en el aula (UNESCO, 2008) nos muestran los beneficios de que su buena gestión genera resultados a nivel académico, pero esto debería ser un agregado al objetivo fundamental de la institución educativa, formar personas de paz, que aboguen por el respeto y la inclusión, que se sientan seguros de aprender y crecer en sociedad. Mientras las escuelas enfoquen sus esfuerzos en aquellas metas superficiales y no en generar espacios de respeto a los derechos fundamentales de las personas, consideramos que los índices de violencia escolar seguirán manteniéndose estables, con niños, niñas y docentes que son agredidos y que agreden a otros.